La Seci Bon
La llamaban Seci Bon, era rubia rabiosa con marcadas raíces negras en el pelo, de corazón grande , cariñosa y sensual, fumaba mucho con una boquilla de carey, regalo de algún admirador, la pensión donde vivía era de aquellas donde nadie casi pagaba, a nadie nunca echaban y las cuentas se pagaban entre todos cuando llegaba la amenaza de corte. La Seci Bon usaba perfumes y cremas en cantidad y ,por donde pasaba su cuerpo alto y regordete dejaba su aroma da perfume barato impregnando el aire con la crema de lechuga . Dormía siempre hasta muy tarde, ella era la única que traía dinero a casa, por lo que la dejaban dormir cuanto quisiera. Un día comenzó la tos, esa tos que todos temen, esa tos que todos escuchaban preocupados y que traspasando las paredes y cortinajes de la vieja casa de pensión les martillaba la cabeza: ya nadie traía dinero a casa, ya nadie cantaba, ya nadie ríe. .La Sra Marta, una de las clientas, decidió a llevar sus cosas a la casa de empeños, allí por cinco pavos dejó en consigna: las sábanas de lino, los manteles bordados que tenían tanta historia .. La Seci Bon comenzó a empalidecer y ya su pelo no era esa mata rubia, sus mejillas lucían la barba morena/canosa, y sus olores pasaron a ese olor impregnante de mentol y el eucaliptus en sus humores nada agradables que le provocaban la debilidad.
Seci Bon dejó el mundo y en su velorio se escuchó una y otra vez la voz gangosa de Ives Montand que cantaba susurrando C'est si bonne.
Al mes, uno de los clientes trajo a otra rubia despampanante, esta vez su nombre era Margot.....
Raquel Vega
AZur 9 de mayo del 2012