Le
 gustaba el saloncito todo  vestido de blanco, el gran sofá cercado por
 una hiedra fabulosa que ofrecia con bondad  un frescor primaveral aún 
en días sofocamtes de Agosto.  El escritorio era irreal, ubicado junto a
 la ventana, cuyas  cortinas albas, permitían que  el sol golpeara  su 
oreja izquierda obligándola  a mirar esa paloma de Picasso que él habia 
comprado en Barcelona, en aquellos tiempos de misticismo politico, pero 
nada le gustaba mas que ese cafe con leche que le servia antes de 
comezar el dictado.
Ariel Roffé 1985 un recuerdo fugaz
 
 
las tazas de café están cubiertas de lápices labiales, migas y muchos recuerdos...
ResponderEliminarlindo recuerdo, raque
asi es sister..y mas de alguien se aventuro a decirme el futuro..
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