Alli está Peggy Dobbs sentada en la cafetería de la estación de buses reflexionando, era ya la tercera vez que huía despavorida de una relación, ese miedo a quedarse sola la hacia desear estar sola, una paradoja pero así era ella. Temía a enfrentarse, no quería ver sus ojos, ni escuchar sus reproches, ni sus verdades, asi le resultaba mas fácil. Era cobardía, era miedo, lo que fuera le sabia mal, amargo y peludo. Sus conversaciones consigo misma le evitaban una confrontación, ese eterno diálogo silencioso la sacaba de su estado eterno de insatisfacción. Lo peor es que se daba cuenta que no sabía ni quería aprender a convivir con otro. Lo único que sabía era estar sola, su caso era urgente-se repetía- casi de primeros auxilios . Pero Peggy se armaba de valor, se reciclaba rápidamente y se convertía en la nueva version antigua de Peggy y volvería a caer en las mismas relaciones, volvería a pisar las mismas trampas, las mismas impresiones y la misma retirada. Su vida sentimental era un desastre era un continuo repetir y repetir..
Y ese asesino era su propio miedo a intentar algo completamente diferente y atreverse a un cambio interior radical pues, tratándose de nuestra vida amorosa, nuestro peor enemigo siempre somos nosotros mismos... ;)
ResponderEliminarGenial, Raquel, un abrazo! :-)
Asi es Thamar...
ResponderEliminarNadie puede huir del miedo sin hacerse un poco odioso para consigo mismo...
ResponderEliminarUn escrito "redondo", Raquel.