Allí comíamos todo el día manzanas, peras y nueces de todas las formas cocidas,crudas y asadas, que ya me salían por las orejas. Era una casa de campo estilo colonial con grandes habitaciones, rodeadas por un patio central, gallinas y pollos vagando todo el dia entre las habitaciones y el patio, nosotros con papá fuímos ubicados en un costado del recibidor que llegaba directamente al patio mas grande cuyas fronteras llegaban a las montanas... tan grande era.
El viejo, dueño de la casa, era muy extraño, no se levantaba de su cama, flaco muy flaco flaco, rapado y con barba crecida algo rojiza, parecía un salido de Treblinka.Siempre me llamaba que fuera al lado de su cama y yo seguía paradita desde la puerta de su habitación, no entraba ni loca..En las noches yo dormía con mi papá y me acuerdo que le insistía - papá ese viejo me da miedo- mi papá se sonreía y me decía, Noo es un pobre hombre enfermo, además recuerda es el dueño de la casa, él nos invitó -y yo insistía y mi papi no me hacía caso.
Cuando , por fin, salimos de Salamanca, papá me obligó despedirme del viejo flaco que me dice con una sonrisa -Mira allí sobre el escritorio, eso es para ti- Era un caleidoscopio que en ese momento no aprecié porque era una nñita insoportable que solo criticaba y sufría una enfermedad llamada responsabilidad.
Este viejo flaco y colorín, lo encontré nuevamente 38 años después, en Israel y esta vez se quedó para siempre.
Hermoso recuerdo, Raque... de los que se "apotincan" en la memoria desde la infancia "por algo"...
ResponderEliminarnunca lei esto, hermana. Lindo recuerdo.
ResponderEliminarExtraño..., el viejo flaco muy flaco, con barba, me recuerda al viejo gordo muy gordo, lampiño, acostado en su hamaca, esperando su café con las cuencas en la mano...
ResponderEliminar...rezando...
Buenos días o buenas noches, según sea el caso.